viernes, 14 de enero de 2011

Prólogo

Las 4:30 de la mañana, y aún sigo despierto. El fracaso nunca se me ha dado muy bien, desde que empecé con este trabajo todo han sido fracasos. Siempre es lo mismo: acepto un trabajo, lo echo a perder, el cheque se rompe y lo único que me hace olvidarlo es una botella de Jack Daniels en la mesa.
Hay momentos en los que un sueño desaparece, el mío desapareció hace mucho tiempo, el sueño de ser algún día como mi padre. Aún guardaba el revólver que me dejo como herencia, y que mi abuelo le dejo como herencia a él. Era una Colt del calibre 45, esas reliquias ya no se fabricaban. Por lo que me llegó a contar mi padre en una de las pocas conversaciones que tuve con él antes de que desapareciera, mi abuelo siendo un niño robó este objeto del escaparate de una tienda de armas. Esta arma ha estado en nuestra familia por largos años, y un arma se ha creado por lo que se ha creado, para quitar vidas. Es gracioso cuando sabes que tienes tu vida en tus manos, tan solo en una bala más pequeña que tu dedo meñique.
El barrilete estaba lleno de polvo, sería mejor limpiarla antes de usarla, pero, ¡seré idiota! En que estoy pensando. Un suicidio es la forma más cobarde de morir, solo necesito resolver el siguiente trabajo, aunque hace meses que no me llega ninguno.
El revólver volvía a brillar como la primera vez que salía de la fábrica, podías ver tu reflejo en el cañón. La chaqueta me da calor, pensé que sería mejor no mancharla de sangre, podría utilizarla otra persona.
Ha empezado a llover, debería terminar con esto ya. Al meterme el cañón en la boca note el frío del metal y su sabor amargo por el limpia plata que le unté. Al cerrar los ojos noté como el telefonillo de la calle sonaba, ¿Quién podría ser a estas horas de la madrugada?
-     ¿Quién es? – Apreté al mismo tiempo el botón que hacía que sonara mi voz en la calle.
-     Mensaje especial – una voz joven en plena pubertad sonó del aparato.
-     ¿A estas horas? – El horario de mensajería acababa a las 9:30.
-     Un hombre me pagó para dárselo, por favor, está lloviendo. – Me hizo dudar pero, por un momento, el revólver podría esperar.

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